Un año

Empujó la puerta con la práctica adquirida durante años de llegadas en la madrugada. Una paciente labor de ensayo y error le había enseñado que debía contar hasta tres mientras empujaba suavemente, al llegar a tres debía detenerse y terminar de abrir con un fuerte movimiento del brazo. Por lo general empleaba su técnica de apertura para no delatar su hora de arribo; ésta vez no quería alertar a sus padres sobre su hora de salida.

No le importó el frío de la madrugada, ni tampoco lo sensibles que habían quedado sus pies ante las bajas temperaturas después del accidente que la alejó para siempre de su pasión por las alturas. Solo quería caminar descalza sobre la hierba, sentir la humedad de la noche entre sus dedos, el suave pinchazo en sus plantas, el viento en los tobillos. Sentir. Cualquier cosa y dejar de pensar por un momento.

Cruzó los brazos para proteger las manos del viento helado que soplaba libre por la sabana, el rítmico murmullo de sus pasos sobre la hierba le recordó el compás de una canción muchas cantada bajo la ducha durante su adolescencia. Tarareando caminó hasta la cerca de madera que delimitaba el jardín. Con un movimiento ágil trepó la cerca y se acomodó de la misma manera que lo hacía cuando tenía ocho años y esperaba a que su padre llegara de trabajar. Estaba cansada. Noches enteras sin dormir, días perdidos bajo el peso de una somnolencia casi insoportable. Sacudió la cabeza, «nada de pensar» se dijo mientras miraba hacia la Ciudad de los Cerros. Unas cuantas luces diminutas demostraban que para algunas personas su día ya empezaba, o «tal vez no termina, como el mío» pensó mientras elevaba su cabeza. Eventualmente regresaría a la Ciudad de los Cerros, sin embargo, el pueblo pequeño y frío era hermoso y la posibilidad de ver un cielo lleno de estrellas  en las madrugadas de insomnio; eran razones muy fuertes para seguir allí. Sonrió iluminando el jardín. Un año entero haciendo la misma pregunta. Una respuesta esquiva que a veces parecía tan cercana, que intuía tan próxima, y sin embargo se las arreglaba para burlarla. «Pronto encontraré la respuesta», se dijo experimentando la serena alegría que solo da el cielo estrellado de un pueblo frío. Tarareando, emprendió el camino de regreso. Por fin podría dormir.

Mientras suena: What happens tomorrow. Duran Duran

4 respuestas to “Un año”

  1. ivonnebuitragog Says:

    «Solo quería caminar descalza sobre la hierba, sentir la humedad de la noche entre sus dedos, el suave pinchazo en sus plantas, el viento en los tobillos…»

    Me gustó mucho, casi pude sentir el viento en mis tobillos.

    Abrazo 🙂

  2. Florcita Says:

    Que gran final. Me llegó… demasiado.
    Pero bueno, siempre terminamos por descubrir que las respuestas llegan solas. El silencio de los otros nos hace ver que sucede en realidad…

    Un gusto leer esto, en serio Danito!

    Besote

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