Es como algodón de azúcar. Pero no se deshace. Se expande cuando usted lo toca. Crece y crea todo lo que lo rodea. No, no se puede dominar a voluntad, al menos yo no he podido, ¿usted sabe de alguien que pueda manejar el material del que están hechos los sueños? Yo sí, pero fue hace mucho, visto desde este momento parecen siglos, es que ha pasado tanta agua por debajo del puente, y se me mezcla todo, lo que pasó ayer con lo que pasó hace años. Fue uno de esos domingos eternos en los que las 5 pm parecen nunca acabar, en medio de mi angustia agarré carretera, usted sabe que siempre me ha gustado recorrer la sabana, sin saber a donde ir, agarrando por caminos escondidos, vías sin pavimentar, esperando encontrar paisajes memorables, montañas llenas de verde, bosques interminables, pues esa vez resulté en un pueblito de cinco cuadras, con plaza central e iglesia blanca, me senté en un banco a comer empanada y coca cola, y llegó hasta donde yo estaba, una mujer sin edad definida, con ojos cambiantes (a veces verdes, a veces miel) y pelo muy negro, ella era la dueña de los sueños, me quedé en ese pueblo mes y medio; hasta otro domingo lleno de angustia en el que de nuevo agarré carretera para nunca volver. A veces quisiera regresar, pero no recuerdo como, y ya no me importa tanto, sin embargo he pasado muchos domingos buscando caminos escondidos, vías sin pavimentar. En fin, igual ¿qué nos queda? nada. Solo el vino, los libros, y este largo camino.
Mientras suena: State of love and trust. Pearl Jam
Por partes 