Archive for agosto 2011

Camino

agosto 25, 2011

Nos queda el camino, ¿sí o no?. The long and winding road. Nada más. Las cadenas nos amarraron a estas sillas,  los años nos rodearon y nos cayeron con todo su peso. Pero qué va, no es el fin. Revise las hojas viejas y amarillentas y vea todo lo que prometió, todo lo que dijo que iba a hacer y peor todo lo que dijo que no iba a hacer. ¿Ya descubrió su primera cana? En ese pelo suyo tan negro y aun así le decían mona, y vaya a saber por qué, pero le quedaba, apenas uno la veía, entendía, claro, nadie más podía ser la mona. No, yo no tengo ni una cana, solo esas motas grises que me arranco de la barba por las mañanas, antes de meterme bajo el agua helada, antes de calentar el tinto, antes de morder una naranja y hacer muecas frente a la pared; quisiera tutearla pero ya no me sale, es que el cariño acá se demuestra así, a los deconocidos los tuteamos, a los que queremos los tratamos de usté; ni siquiera estamos tan viejos, es más el cinismo y el desencanto lo que nos tiene tan cansados. Yo sé que usté esperaba otra cosa, pero ni modo, no se pudo, soy otro cafre más, pensar que siempre logré cambiarle el mundo escribiéndole, pero hasta la magia más poderosa se gasta de tanto usarla, la hice inmune a mi carreta, ése fue el verdadero error. ¿Pero sabe qué? Aun me queda un tiro, aun nos queda la soleada California, aun nos queda el camino, mona mañana la voy a secuestrar y la conozco, sé que dirá que sí.

Mientras suena:

A dos voces

agosto 18, 2011

En el cuarto.

¿Fue Wilde? Creo que sí, no importa, «cuando los dioses quieren castigarnos conceden nuestros deseos». Y otra vez todo el repertorio de mentiras, frases culas; es que me da hasta asco. Tantas veces que me digo que no voy a volver a echar cuentos, ni a pintar mundos perfectos, es como si no fuera yo el que habla, como si fuera otro, uno que sigue un guión, y que además lo interpreta mal. Y ahora, vea, toda la cama caliente, no soporto eso, no tengo donde acostarme, no quedó ningún lugar fresco. ¿Por qué no se fue cuando acabamos? Y además le dio por hablar. Lo único que quería era un polvo, nada más, ¿es mucho pedir? Al menos ya se levantó. Tengo que inventarme algo para despacharla rapidito y que me deje en paz. Mañana lo único que quiero es leer y escuchar música, no quiero hablar con nadie, ni ver a nadie. Nada. Un domingo solo mío.

En la cocina.

Ya no aguantaba el calor de esa cama. Quiero mi cama. ¿Por qué no me fui apenas acabamos? No me vuelve a pasar. En mi casa o nada. Y además escucharle todas esas frases gastadas, tan güevón, como si nunca me las hubieran dicho. Jura que me conquistó. Al menos ya me paré de esa cama, toda caliente, ya no podía dormir. Bocona como siempre, ¿en qué momento me ofrecí a hacer desayuno? Qué tarada soy. No debe tener nada en la nevera, pues será pedir domicilio. ¿Qué me invento? Ahora fijo sale con que almorcemos mañana o alguna carajada de esas. Y lo único que quiero es estar entre mi cama viendo capítulos viejos de Mad about you. Aguantarme todo esto ¿para qué? lo único que quiero es tirar, nada más. Ya lo dijo Bajo Tierra: «a veces lo que más quiero resulta ser lo peor».

Mientras suena:

 

Promesa

agosto 10, 2011

«Qué jartera esta jungla» piensa con amargura mientras trata de entrar al gigante bus rojo. Un hombre arrastra una caja, entra al bus antes que ella abriéndose paso a golpes disimulados de codo; en cuanto ingresa no tiene problema en quedarse frente a la puerta obstruyendo el paso a quienes desesperados, luchando contra el tiempo, buscan un espacio por donde pasar. «No más», piensa ella y extendiendo el paraguas que le regaló su abuelo lo clava con rabia en el pie izquierdo del hombre de la caja.

-Disculpe -dice mirándolo con burla.

Una a una cuenta las estaciones que deja atrás el bus rojo. Quiere y no quiere llegar a su destino. Al llegar a la estación número siete pasa de nuevo junto al hombre de la caja que sigue obstruyendo la puerta y sin disimular lo golpea en el brazo con su paraguas. No es la única, muchas personas han hecho lo mismo, exasperadas por la poca inteligencia de alguien que insiste en ser un obstáculo.

Sale de la estación, cruza la avenida y se detiene frente a un alto edificio blanco. Mira hacia arriba tratando de adivinar en cuál de esas ventanas está. «Noveno piso», cruza la puerta y se detiene mareada por el característico olor de los hospitales. Pasa a la recepción y pregunta por su abuelo. No puede evitar un temblor en la voz al pronunciar su nombre.

Respira profundo varias veces y entra en la habitación que le indicaron en el primer piso. Logra esconder las lágrimas al verlo, pero no consigue evitar el flashback y lo recuerda sentado en su mecedora, leyendo en voz alta historias de mitología griega, su favorita. O caminando despacio, en una mano un banquito en la otra ella; deteniéndose debajo de cada naranjal de la finca, reuniendo un cargamento de las mejores naranjas que ha probado en su vida.

-Hola abuelo -dice apretándole la mano.

Se sorprende al ver que él devuelve el apretón, con fuerza, con ese carácter que ella siempre ha admirado. Con la mirada el abuelo señala una botella de agua.

-Lo prometiste -dice el abuelo con esfuerzo.

No resiste el sonido de esa voz. Es una sombra de ese cálido vozarrón que la saludaba con alegría cuando ella llegaba del colegio. Se seca las lágrimas y sin detenerse a pensar vacía el contenido de un pequeño sobre, que ha cargado varios días en su bolso, en la botella indicada. El abuelo bebe con ganas, sediento, con la voracidad de sus mejores días. La mira agradecido y cierra sus ojos.

«Cumplí mi promesa» piensa ella buscando alivio.

Mientras suena:

Los lados de las almohadas

agosto 1, 2011

Tres y cuarenta y tres a eme, vueltas y más  vueltas, el sueño hace rato se fue, los dos lados de las dos almohadas están tibios, eso es lo peor del insomnio, televisor encendido sin volumen, las luces juegan en la pared, es más entretenido ver como saltan y se esconden en los rincones oscuros, detrás de la cortina, bajo la cama, en esa grieta entre dos tablas, ahí no solo se han escondido sombras y luces también recuerdos buenos y malos; la garganta seca lo convence con paciencia de levantarse, no quiere, hay demasiados fantasmas allá afuera, no debe hacer ruido, hasta ahora todo está bajo control, al más mínimo descuido todo se llenará de voces, diálogos, situaciones, debe ser cuidadoso, narrador, director, dios omnipresente omnipotente, al que sus creaciones una y otra vez se le salen de las manos y continúan poblando las madrugadas, vivas llenas de fuerza, se apoderan de ese fértil espacio detrás de los ojos que tan a gusto se presta para dejarlos correr a sus anchas, hablar sin pausas; y la luz tan lenta y demorada como siempre, la excusa y la cura junto al agua fría, las carreras conta el reloj, las calles siempre llenas, la gente que tanto corre y ya no hay espacio, ni tiempo, ni ganas, solo afanes, y los planes ya no fueron, sólo son esos, planes, acostúmbrese las cosas son como son, no como deberían; y la garganta seca y los lados de las almohadas tan tibios, tan desesperantes.

Mientras suena: