Nos queda el camino, ¿sí o no?. The long and winding road. Nada más. Las cadenas nos amarraron a estas sillas, los años nos rodearon y nos cayeron con todo su peso. Pero qué va, no es el fin. Revise las hojas viejas y amarillentas y vea todo lo que prometió, todo lo que dijo que iba a hacer y peor todo lo que dijo que no iba a hacer. ¿Ya descubrió su primera cana? En ese pelo suyo tan negro y aun así le decían mona, y vaya a saber por qué, pero le quedaba, apenas uno la veía, entendía, claro, nadie más podía ser la mona. No, yo no tengo ni una cana, solo esas motas grises que me arranco de la barba por las mañanas, antes de meterme bajo el agua helada, antes de calentar el tinto, antes de morder una naranja y hacer muecas frente a la pared; quisiera tutearla pero ya no me sale, es que el cariño acá se demuestra así, a los deconocidos los tuteamos, a los que queremos los tratamos de usté; ni siquiera estamos tan viejos, es más el cinismo y el desencanto lo que nos tiene tan cansados. Yo sé que usté esperaba otra cosa, pero ni modo, no se pudo, soy otro cafre más, pensar que siempre logré cambiarle el mundo escribiéndole, pero hasta la magia más poderosa se gasta de tanto usarla, la hice inmune a mi carreta, ése fue el verdadero error. ¿Pero sabe qué? Aun me queda un tiro, aun nos queda la soleada California, aun nos queda el camino, mona mañana la voy a secuestrar y la conozco, sé que dirá que sí.
Mientras suena: