«A ver si así sigue diciendo lo mismo», piensa Luis mientras observa los ojos atemorizados de la joven mujer atada y amordazada.
Deja que su memoria viaje; recuerda cómo lloró frente al médico que muy serio observaba los papeles expedidos por Medicina Legal. -Lo siento señor Sanabria- dijo el doctor sin mirarlo, -no puedo hacerlo. Mi formación religiosa lo impide.
Luis rogó, lloró, amenazó; por último sacó una foto: -Mírela doctor, tiene apenas dieciséis años, por favor.
El médico se encogió de hombros, cerró la carpeta y la devolvió al hombre que nervioso frotaba sus manos. La ley estaba de su lado, no entendía porqué no importaba.
Luis sacude la cabeza, por un momento deja de pensar. Extiende la mano y toma la botella de Tapa Roja que compró esa mañana. Toma un largo trago, lo necesita para llevar a cabo su plan. No podría hacerlo de otra manera. Cubre los ojos de la mujer que llora en silencio. Es la hija del doctor. Va a violarla a diario durante un mes. A ver si así entiende. A ver si sigue escudándose en su formación religiosa.
Mientras suena: Bodies. Sex Pistols.