Archive for the ‘Uncategorized’ Category

El fuego en la chimenea

agosto 27, 2019

—¿Vas a alimentar el fuego toda la noche?

Sonrió y siguió alimentando el fuego que había encendido en la chimenea de la cabaña. Apiló las ramas secas que había reunido ese día al lado de la chimenea, extendió una cobija en el suelo y me invitó a acostarme junto a ella. Apagué la vela y nos acostamos uno al lado del otro a ver cómo las sombras de los objetos de la cabaña bailaban en el techo y las paredes. De tanto en tanto se levantaba y agregaba una rama a la chimenea.

El ritual de la pregunta, el fuego y la cobija se repetía todas las noches desde esa tarde, faltaba poco para que se ocultara el sol, en la que la encontré sentada en los escalones afuera de la cabaña. De haber querido entrar lo habría hecho, la puerta no tenía candado ni cerradura, no era necesario. Era la primera persona que veía en los siete meses que llevaba en el bosque. Me contó la historia del bosque, de cada árbol y la invité a entrar.

Desde esa tarde me esperaba sentada en los escalones con un atado de ramas secas a sus pies. En su bolsillo de su vestido llevaba hierbas aromáticas silvestres para la sopa de conejo que yo preparaba en el fogón mientras ella cuidaba y alimentaba el fuego como si este fuera un niño al que deseaba ver grande y fuerte.

Cada mañana se internaba en el bosque y desaparecía durante todo el día hasta la llegada de la tarde. A veces veía su vestido rojo entre los árboles, nunca en los mismos sitios ni a la misma hora, apenas un destello rojizo veloz e inconfundible.

Una noche quise jugarle una broma y escondí las ramas que había reunido ese día. Se levantó de la cobija y caminó hacia la chimenea, palpó el suelo donde había dejado el atado. En ese momento comprendí la naturaleza de su relación con el fuego. Se giró y me miró a los ojos. Durante un instante toda la tristeza del mundo se concentró en su mirada y su cuerpo se deshizo en cenizas.

Desde ese momento paso las noches alimentando el fuego de la chimenea, tengo la esperanza de verla una tarde cualquiera sentada en la escalones de la cabaña.

El cantante

marzo 28, 2019

Apila sobre el mostrador las monedas que logró reunir durante el día. Palpa la gabardina, llena de remiendos y casi transparente en los codos, hasta que está seguro de haber sacado hasta la última y más pequeña de las monedas que recibió por su acto.

El hombre tras el mostrador suspira y cuenta el dinero con la agilidad que le dan los veintiséis años de experiencia como dueño, administrador, recepcionista y conserje del viejo hotel del centro que acoge sin discriminación a quien quiera pasar una noche allí, sin preguntas, sin nombres, sin miradas vigilantes porque a algunos huéspedes no les gusta ser mirados y están dispuestos a emplear los medios necesarios para hacerlo saber sin dejar lugar a dudas.

-Le faltan tres mil, viejito, desocupe la pieza, hay gente que la necesita.

El hombre de la gabardina le jura que mañana al medio día tendrá lo que falta y suficiente para tres noches más, vea le aseguro que mañana sí será el día, tengo el presentimiento, no me saque que este frío me hace daño en la garganta, vea que hasta le compuse una canción al hotel, lo voy a volver famoso, ¿la quiere oír?

El hombre detrás del mostrador niega con la cabeza y le entrega la llave. Tuvo tiempo de revisar la pieza del hombre de la gabardina,  si no paga podrá «confiscarle» la maleta, la ropa y el estuche vacío de la guitarra que ya empeñó.

-Gracias, hermano, gracias, no se va a arrepentir.

El hombre de la gabardina entra a su pieza, se quita los zapatos y las medias, se masajea los pies adoloridos, estar de pie el día entero es más duro de lo que imaginaba, no le importa los sueños tienen un precio. Se para al lado del catre y hace los ejercicios para la voz que le enseñó el anciano de la iglesia. Mañana será el día, mañana sí lo van a apoyar, mañana lo van a descubrir y será famoso. Mañana, como todos los días desde que llegó a la ciudad hace tres semanas, se colará en los buses y cantará por monedas. De nuevo cerrará los ojos frente a los pasajeros de cada bus e imaginará que canta frente a una multitud que grita su nombre y corea sus canciones, recibirá unas cuantas monedas, por pesar no por apoyo a su escaso talento, y de nuevo no le va a importar porque estará cumpliendo su sueño de cantar frente a un público.

¿De dónde vienen las ideas?

noviembre 2, 2018

Vuelan libres por el cielo, juguetonas descienden y se posan en una que otra cabeza, como mariposas impulsadas por el viento. Algunas personas se sacuden aterradas al haber tenido un pensamiento propio —no saben la verdad, ni pueden imaginarla— y vuelven a la programación mental habitual que apenas contempla lo inmediato.

Otras sonríen y dejan que las ideas se abran paso en sus mentes, las acarician, las alimentan con sus experiencias, las ven crecer y cuando han madurado las dejan salir para que grandes, libres y fuertes vuelen, toquen otras cabezas.

Algunos aunque las dejan entrar las ponen cabeza abajo, les dan mil y un vueltas, las examinan desde todos los ángulos mientras se muerden las uñas, al final, aliviados las guardan en un cajón en el fondo de su cerebro donde no hagan (tanto) ruido.

Hay ideas traviesas que vuelan erráticas y esquivan la mayoría de las cabezas. Escogen a una persona al azar, juguetonas vuelan a su alrededor, apenas se insinúan, hacen que la persona elegida sonría, mire al vacío y es en ese momento en que se posan y llenan la menta. La mayoría de los elegidos por las ideas traviesas las acoge, se deja llevar por su imaginación y vive una vida paralela y opuesta a lo que muchas personas llama “lo normal” durante unos minutos; vuelve a sonreír y libera a la idea traviesa para que siga su vuelo. Sin embargo,  una minoría las acoge y las nutre, nunca las libera y las hace parte de su ser. Son ellos los que a veces salen en las secciones insólitas de las noticias.

La buena memoria también es un castigo

agosto 28, 2018

Por fin terminé la carta más larga del mundo, no por extensión, por tiempo. La empecé hace un año. La lluvia que caía por dentro la disolvió, la tinta escurría y se arremolinaba en las esquinas de la hoja. La chimenea quiso leerla, la aprendió de memoria.

Las palabras se escondieron bajo la almohada para contarme cada madrugada historias de futuros posibles y pasados imposibles. Fui desterrado del sueño, me arrullan los ronquidos del perro.

Hoy, en un impulso que todavía hace que mis manos tiemblen, cerré los ojos y escribí. Mal y poco. Puse la carta en el buzón y recibí un telegrama como respuesta.

Recordar cada palabra con su respectivo tono, reorganizar los días, las noches y las conversaciones, encontrar la palabra justa con su tono justo.

La buena memoria también es un castigo.

 

La huelga

julio 30, 2018

Las palabras fueron las primeras en notar que algo extraño sucedía Con una ceja levantada miraban a su alrededor al piso al cielo nada Por ninguna parte veían a sus habituales acompañantes Los siguientes en notar con extrañeza que algo había cambiado fueron los suscriptores del diario matutino

Esa mañana mientras sorbían sus cafés lectores y lectoras a lo largo y ancho de la ciudad escupieron el café que acababan de probar ante las extrañas frases que leían “Daños cerebrales en el hígado riñones y páncreas fueron la causa…” “Gran remate de ropa interior para personas de ambos sexos” “Talco para pies de uso diario” El director del diario iracundo despidió a todos los empleados del periódico con la excepción de la señora del café era bien sabido por todos que en cuanto dejaba de beber de su taza caía dormido y despertaba tres meses después

Mientras tanto en el cabildo de la ciudad absurdos planes municipales fueron aprobados “A comer niños” iniciativa gubernamental que buscaba convencer a los pequeños acerca de la importancia de ir a casa a cenar en lugar de quedarse a jugar en los parques y plazas hasta que el sueño los vencía y se acostaban bajo las bancas En la biblioteca cuentos y novelas dejaron de tener sentido los libros de historia que el profesor consultaba para preparar su clase solo narraban disparates Ni siquiera el banco se salvó del caos que atravesaba la ciudad las cifras de los libros contables eran imposibles de entender

El alcalde desesperado convocó a una asamblea de emergencia a la que asistieron todos los habitantes de la ciudad Los adultos y los ancianos se miraban unos a otros levantaban las cejas sacudían la cabeza Los niños por su parte reían ya que las clases habían sido canceladas El director de la escuela susurró algo al oído del alcalde este abrió los ojos hasta que las cejas le llegaron a la mitad de la cabeza y se arrancó los pocos pelos que le quedaban El rumor de los adultos y la risa de los niños se extendieron por la asamblea al ver al alcalde frente al micrófono con la mirada en el vacío y los pelos en las manos
—Queridos conciudadanos hago un llamado a la calma Los signos de puntuación
han desaparecido…— dijo el alcalde y no pudo completar el discurso porque en ese momento entró a la carrera el cartero con un pergamino en la mano

“Nosotros los abajo firmantes comunicamos a la ciudadanía que a partir de la fecha y de manera indefinida entramos en huelga hasta que nuestras peticiones sean escuchadas y cumplidas Estamos cansados de que nos pongan donde no corresponde No soportamos la desidia de los estudiantes ante nuestras funciones Exigimos que los legisladores dejen de abusar de nosotros para emitir ordenanzas ambiguas que los favorecen Por lo tanto en consideración a todo lo anterior exigimos ser tratados con la consideración y respeto que nuestro cargo conlleva recibir un pago justo por nuestra labor incluidas horas extras dominicales y pago de vacaciones

Firman Coma Punto y Coma Dos Puntos”

La asamblea en pleno destituyó al alcalde procedió a nombrar un comité de notables que a su vez nombró una delegación quienes a su vez nombraron un secretario encargado de redactar un memorial en el que procedían a negociar las exigencias de Coma Punto y Coma y Dos Puntos Por supuesto el memorial era un sinsentido en el que abundaban las florituras y lisonjas destinadas a ablandar el corazón de los huelguistas

El cartero partió apurado en su bicicleta mientras los habitantes del pueblo esperaban algunos ilusionados otros indiferentes otros preocupados la respuesta de Coma Punto y Coma y Dos Puntos sin darse cuenta de que estaban atrapados en su espera ya que los únicos que no se habían unido a la huelga eran los sigilosos puntos suspensivos…

Cosas que nadie te explica

enero 22, 2018

Pasa el tiempo, se te queda chica tu camiseta favorita, a tu padre se le cae el pelo, tu madre camina más despacio, a tus abuelos les sale pelo gris y después blanco, te empiezas a quedar sin primeras veces y las que quedan te dan miedo, los ojos y la boca abiertos de asombro se cierran porque ya nada te impresiona y si lo hace, disimulas, agotas las últimas reservas de magia porque la gente que se levanta muy temprano a cumplir un horario no cree en esas cosas, nunca te preparan, ni te preparas, para eso, porque nadie te explica que los días se acortan y las horas vuelan, no te explican que las bancas de los parques están ahí para sentarse un rato a ver pasar la vida, que las plazas las construyen para que los viejos y las palomas tengan un lugar donde encontrarse y compartir el pan, que los años ochenta fueron en sepia, los noventa a todo color, los dos miles en alta definición y tanto detalle no siempre es bueno, más no es mejor, que el amor sabe mejor si lo paladeamos lento como a un vino añejo en lugar de apurarlo de un solo trago, que de desamor te mueres un poquito pero luego vuelves a vivir, que las risas después de comer con las personas que amas son las mejores, que los abuelos son como plantas que vemos perder las hojas y no podemos hacer nada para evitarlo, tan solo regarlas cada tanto con visitas y conversaciones, que la comida de tu casa tiene el poder de llevarte a un lugar feliz, que los hijos de tus amigos son como sobrinos; nadie sabe a donde se va el tiempo cuando se mira a un bebé y menos por qué es tan divertido ver a un bebé hacer nada, tampoco te explican que perros y gatos pueden ser parte de tu familia, ni que un día puedes levantarte con ganas de cuidar una planta, ni que bailar, aunque no sepas y seas tieso como un abedul, es liberador; que nunca crecemos del todo pero disimulamos para que solo unos cuantos, los entrañables, lo noten, que se vale salirse de la película si no te gusta, dejar el libro que no te atrapa, que la máquina del tiempo está construida de olores y canciones; hay tanto que no nos explican y está bien porque debemos descubrirlo.

 

Los ojos del abuelo

May 2, 2017

Mamá no me ve. Toda la tarde he tratado de que me escuche y no lo hace. Solo mira por la ventana, me acaricia la cabeza de la misma forma como acaricia al perro cuando se le acerca, es como si no estuviera ahí, sus ojos miran a través de las pared y no me escucha ni me ve. Sé que mira al abuelo que sigue en su silla en el frente de la casa, igual que ayer, que el día antes de ayer y que mañana. Yo no puedo verlo a través de la pared, debo ir y mirarlo. Me siento en el escalón de la puerta al lado de su silla, de tanto en tanto da un sorbo a su café negro como el petróleo con el que cocinaba la abuela antes de enfermar, murmura cosas que a veces entiendo y a veces no. Estos días ha hablado mucho en su idioma que parece una canción larga, hermosa y triste. Cuando le pregunto me mira como si me viera por primera vez, sonríe y responde en español, me habla de su infancia lejana en el tiempo y al otro lado del mar.

Esta mañana el abuelo hablaba en voz baja, concentrado en sus recuerdos y en el ritmo como de letanía de su lengua, le pregunté qué decía y no me oyó, tampoco me vio aunque le mostré la trenza que yo sola pude hacer por primera vez. Me acerqué despacio a su cara y salté frente a sus ojos inmóviles y felices. Fue entonces cuando lo vi y puedo jurarlo a ver si así mamá me cree. Me senté en sus rodillas y le di un beso en el cachete seco y arrugado. En sus ojos el viento corre libre por un desierto en el que nunca he estado pero que conozco por las historias de los abuelos y mis tías, una casa blanca, rodeada de otras casas iguales se alza en la piedra desnuda, sin plantas, tan diferente a las colinas de acá, veo al abuelo salir de su casa seguido de su familia para no volver, la imagen se disuelve en una lágrima y el abuelo me ve otra vez por primera vez, me toma de la mano y me lleva a la cocina, va a partir una patilla que compartiremos. Mamá sigue inmóvil, me acerco a ella, en sus ojos un barco atraviesa el océano, ahora entiendo, por eso no me ve, ni me escucha. Tomo la patilla con mis manos, la muerdo y siento como el líquido resbala por mi quijada y mancha mi vestido, no importa, me pregunto qué historia contarán mis ojos.

 

Desde el palo y la jaula

abril 5, 2017

Del cuarto sin puertas sale el sonido de la tumbadora y el cencerro, muy a su pesar y sin saber por qué se despereza y se mueve al ritmo de la música. Es muy temprano todavía. No entiende a los humanos con sus afanes y preocupaciones, si la vida es tan sencilla, un palo bien agarrado a la pared, mango fresco, agua y cielos azules que ya no visita pero que día a día examina satisfecha, no necesita nada más. Sabe que es afortunada, ha dado con una buena familia. Es hora de empezar su día también, hunde el pico en el ala y se asea a conciencia. Un movimiento en la jaula la distrae del ritual de limpieza de las alas. Suelta un grito que sobresalta a la mujer del cuarto sin puertas y termina por despertar al inquilino de la jaula.

Ciento tres centímetros más abajo, Al Capone arruga la nariz y cierra los ojos con placer mientras el viento tibio se pasea entre sus bigotes. Al igual que su compañera de casa no entiende a los humanos. Sin embargo su perplejidad no alcanza las alturas filosóficas de su amiga, se encoge de hombros al no comprender por qué su humana decidió bautizarla en honor a un famoso gángster o hámster, no recuerda bien cuál es la palabra, tal vez son sinónimos. Sí, deben serlo, es lo único que tendría sentido. El ritmo de la música se intensifica y siente la incontrolable necesidad de mover sus caderas, la proximidad del nacimiento de sus crías la detiene, no es prudente hacer movimientos bruscos en este momento.

Las dos amigas levantan la cabeza, una olfatea desde los garrotes de su casa y la otra inclina la cabeza en las alturas de su palo, necesitan entender. El aire está más ligero, esa sustancia salada, pesada y gris ha desaparecido. Ya no recuerdan cuando fue la última vez que el aire llenó la casa con esa ligereza tan parecida a la felicidad de comer una mandarina jugosa. El sonido de los cuchillos y platos les avisa que el desayuno se aproxima, las dos amigas se miran desde sus casas y se guiñan un ojo. Ha terminado. Una bate las alas, otra con dificultad a causa de su estado da tres vueltas en su rueda. Al salir de la cocina la mujer de los ojos del color del mar, su humana, sonríe por primera vez en meses. El sol ha vuelto a salir.

 

 

 

Última noche en Pompeya

marzo 31, 2017

¿Dónde guardaste el sol anoche? No lo encuentro Miré por la ventana, sobre las nubes, detrás de las montañas, en el riachuelo, bajo la cama y en los charcos de la calle, ¿está en el mar, como esa tarde en la que lo vimos esconderse desde la playa de piedras negras?

Otra vez has caminado en sueños, por eso no lo encuentras. Vuelve a la cama y cubre tu cabeza con las sábanas, las almohadas y todas las palabras que conoces, cuando acabes lo encontrarás donde lo dejamos anoche.

Bajé al olivo y le pregunté al pájaro de ojos amarillos si había visto al sol. Le pedí que fuera al cielo y lo buscara. Me miró con ojos encendidos y escondió la cabeza bajo un ala. No quiso volar, ni prestarme sus alas ni sus ojos de fuego que atraviesan las nubes. Tal vez el sol está con mamá, tal vez la calienta en su cama en la piedra.

Cierra los ojos y cuenta desde tres hasta jirafa, así como haces cuando tus amigos, reales o no, juegan a las escondidas hasta que la luna  ilumina el patio y hallamos al último de ellos subido en el cerezo florecido.

Olvídalo, ya recordé. Anoche vi cómo el sol se escondía en el volcán furioso que escupe nubes grises. Abrázame fuerte, no volveremos a caminar en sueños, abrázame fuerte que ya casi sale el sol, abrázame fuerte que no volveremos a verlo.

 

Las nubes interiores

marzo 21, 2017

Una vez más la ventana se ha transformado en un espejo. El cielo gris y la cortina de agua no permiten ver hacia afuera. Será otro de esos días en los que solo es posible mirar hacia el interior. Desde el vidrio un hombre lo observa, el pelo revuelto de tantos giros en la almohada, las cejas se juntan en su frente en un gesto que se ha vuelto permanente, los ojos oscuros, opacos cuando está en soledad.

Afuera llueve hace tres días, adentro empieza a llover solo hace media hora. Las nubes interiores se empezaron a formar en el momento en el que dejó salir los pensamientos y las sensaciones. Llevaba dos semanas viviendo fuera de su cuerpo, observando su vida desde un punto exterior. Regresó en la noche anterior, una película italiana lo hizo volver, necesitaba estar en su cuerpo una vez más para pensar con calma.

La melancolía dejó de ser ajena y prestada, se hizo propia, real, palpable en forma de cama revuelta tras una noche en blanco, de barba descuidada, libros empezados y abandonados, caminatas interminables a ningún lado y blues a bajo volumen.

El hombre de la ventana no le quita los ojos de encima, hace mucho no veía a su gemelo rodeado de nubes interiores, quisiera palmearle la espalda y decirle que todo estará bien, lo único que puede hacer es indicarle con los ojos la taza de café que humea en sus manos, toma un sorbo y las nubes empiezan a reducirse. Pronto saldrá el sol.